Seguramente alguna vez en tu vida hayas visto a un deportista profesional o a alguien que, después de haber sufrido alguna lesión, lleva pegadas a la piel una especie de pegatinas con peculiares formas y colores llamativos. Aunque estéticamente llaman la atención, estas pegatinas no forman parte de ninguna nueva moda extravagante, sino que responden a una necesidad deportiva y de salud.
¿Qué es el vendaje neuromuscular?
Estas tiras de colores, llamadas vendas neuromusculares, se aplican en la epidermis, la capa más superficial de la piel, y tienen el objetivo de mitigar el dolor muscular de una determinada zona o incluso de curar alguna lesión leve. En los últimos años, este mecanismo con propiedades curativas se ha hecho muy conocido a nivel mundial, aunque pocos saben que se trata de una técnica muy joven que nació en Asia en la década de los años 70. Bautizada oficialmente con el nombre de Kinesiotaping, la aplicación del vendaje neuromuscular es una técnica desconocida por muchas personas.
Como su propio nombre indica, se trata de una venda que pretende tratar a los músculos del cuerpo. La diferencia de este vendaje con otros es que el neuromuscular no limita, en absoluto, el movimiento de los músculos ni de las articulaciones por lo que es posible seguir moviendo la zona afectada. Su principal propósito es mitigar el dolor musculo esquelético siempre y cuando este no sea consecuencia de alguna lesión grave.
Aunque una venda tradicional busca inmovilizar un área concreta para que esta repose y se cure correctamente, la prioridad del vendaje neuromuscular es mitigar la inflamación muscular que exista en esa parte del cuerpo, mejorar el flujo del sistema linfático de la zona y atenuar la mialgia. Su aplicación siempre se destina a cuando los músculos no son capaces de volver a su estado normal después de haberse estirado en exceso realizando alguna actividad. Cuando esto último pasa y el músculo no se recupera, la zona se inflama y entonces la persona es cuando experimenta un dolor intenso.
Ante los beneficios que los vendajes neuromusculares son capaces de ofrecer, uno no puede evitar preguntarse de qué materiales están hechos. Pues bien, su composición está formada, mayormente, por algodón y poliuretano. La cara que se aplica directamente sobre la piel está recubierta por un adhesivo acrílico hipoalergénico que garantiza la transpiración de la zona, así como un poder de adhesión excelente. Es 100% libre de látex y sus propiedades curativas se activan con el calor al frotar el vendaje una vez esté pegado a la piel.
La aplicación del vendaje neuromuscular siempre va a ser recomendable que la realice un profesional de la materia como un fisioterapeuta o quiropráctico así que, si crees que podrías necesitarlo, consúltalo con él. Por si tuvieras curiosidad acerca de qué tipos de vendas hay y cómo se colocan sobre la piel has de saber que existen actualmente tres técnicas distintas entre sí cuyo uso depende del área sobre la que se vayan a aplicar. Seguramente, en más de una ocasión has visto varias tiras colocadas unas encimas de otras y creando formas extrañas así que a continuación entenderás el porqué de esta disposición.
Su colocación, paso a paso
Las formas más comunes de aplicar el vendaje neuromuscular son:
- En forma de I, que consiste en colocar una sola tira de forma lineal y cuya aplicación se destina para zonas muy concretas del cuerpo.
- En forma de Y, que se adhiere sobre un área bastante grande de la piel bajo la que se encuentre un grupo muscular importante.
- En forma de X, que consiste en la aplicación de dos o más bandas cruzadas y cuyo propósito es cubrir un área extensa del cuerpo.
La colocación de este tipo de vendaje neuromuscular sobre la piel puede realizarse aplicándolo tal y como es su forma natural o estirando el material. Esta diferenciación entre la manera de aplicar la venda depende del propósito y del objetivo que se quiera lograr con ella.
Teniendo esto en cuenta, el vendaje se aplica tal cual sobre la piel cuando se quiere calmar la inflamación de la zona y también cuando se busca mejorar la circulación de la sangre, así como de la linfa. Por otro lado, si la aplicación de la venda se hace habiendo estirado previamente su forma, entonces el propósito de su colocación responde más a querer rectificar la tensión del músculo para que este se relaje y recupere su estado natural.
Una vez que la venda queda bien aplicada sobre la piel, es fundamental activar el adhesivo que posee mediante suaves frotamientos. La idea de esto es que el calor estimule el material de la cara interna del vendaje para que este se adhiera correctamente a la piel y no se despegue. Tras la aplicación, es importante tener en cuenta que los vendajes neuromusculares tienen una capacidad de adaptación muy alta y que no suponen ninguna molestia para la persona que los lleva. Se pueden mojar y gozan de un secado muy rápido así que ducharse e ir a la piscina o a la playa no son actividades incompatibles. Un aspecto que sí ha de tenerse en cuenta y que provoca que aminore su elasticidad y adherencia es el paso del tiempo así que siempre se recomienda cambiar el vendaje cada cuatro días.
Aunque la composición de los vendajes neuromusculares está exenta de látex, no se garantiza que no provoquen ninguna reacción cutánea así que, si tras la aplicación, uno experimenta picar o dolor, lo mejor es retirarla con cuidado y estudiar otras alternativas. También es importante no aplicarlas sobre quemaduras, rozaduras o cualquier otra herida de la piel pues no tienen capacidad curativa para este tipo de contusiones.
Cuidado si se sufren problemas circulatorios
Por otro lado, si se sufren problemas de circulación o cualquier otro trastorno, como la diabetes, y uno cree que la colocación de este tipo de vendas podría alterar alguna función corporal, es importante consultarlo con un profesional para estudiar la viabilidad de su colocación. Ante la duda, acude siempre a un experto para que te asesore en función de tus necesidades.