Uno de los primeros pasos que siempre se recomienda dar cuando una persona quiere iniciar un estilo de vida más saludable es conocer sus necesidades energéticas y ser consciente del aporte nutricional de todos aquellos alimentos que consume tanto diaria como ocasionalmente. Cuidar el estado físico y mental del cuerpo está íntimamente relacionado con una dieta sana y equilibrada así que comenzar a preocuparse por la calidad, a nivel de nutrientes, de todo lo que ingieras marcará un antes y un después en la percepción de tus comidas y en el rendimiento que tu cuerpo obtenga de ellas.
Tanto si estás en una etapa de mantenimiento, pérdida o ganancia de peso, ser consciente del valor nutricional de los alimentos hará que calmes tu apetito de manera adecuada y comas de forma consciente para proporcionarle a tu cuerpo una energía de calidad. Aunque siempre es mejor saber qué te estás llevando a la boca, si estás intentando adelgazar, mayor atención tendrás que prestar a las calorías que ingieras, así como si estas están vacías de nutrientes o no.
En una dieta de adelgazamiento, el mundo de los snacks es uno de los grandes recurridos cuando se tienen ganas de picotear entre horas y también para acompañar algunas de las comidas principales. La mayoría de estos artículos son ultra procesados que, a pesar de que pueden usar productos naturales, llevan tras de sí un modo de preparación nada saludable. Las bolsas de patatas fritas son uno de ellos y aunque a veces se presentan en versión light o con la mitad de grasa, son capaces de aportar por cada 100 gramos un total de, aproximadamente, 500 calorías.
¿Por qué son una bomba calórica?
Las patatas fritas nada tienen que ver con las patatas cocidas, hechas al vapor o asadas. A pesar de que las fritas cuenten en su composición con un alto aporte calórico, lo cierto es que las patatas en sí y al natural tan solo poseen 80 calorías por cada 100 gramos. Cocidas en agua y asadas, el incremento de este aporte apenas varía. Entonces, ¿por qué esa diferencia calórica según la forma en que se cocinen las patatas? La respuesta está en el aceite.
Las patatas fritas, como su nombre indica, se cocinan introduciendo la patata en aceite hirviendo durante 20 minutos aproximadamente hasta que estén crujientes. Por si lo desconocías, calentar el aceite a temperaturas tan altas hace que todas las grasas buenas presentes en él se conviertan en grasas saturadas y que, para más inri, se pierdan muchas de sus propiedades.
Un alimento que se fríe en aceite absorbe mucho líquido y si a esto se le añade que el líquido es hipercalórico, la suma de ambos alimentos hace que el producto final sea una bomba de calorías. Por otro lado, las patatas son altamente ricas en almidón, que se trata de un hidrato de carbono complejo que posee una gran capacidad para absorber líquidos. Teniendo en cuenta que el aceite tiene un total de 10 calorías por gramo, la fritura final dará como resultado un snack muy apetecible para el paladar, pero altamente calórico.
Si el proceso de cocinado de la patata se realiza al vapor, en el horno o mediante cocción, lo único que absorberá la patata será el agua donde se prepare y, como ya se sabe, esta no posee caloría ninguna. En este punto, en la diferencia calórica entre agua y aceite es donde radica la diferencia entre una patata frita y otra asada, cocida o cocinada al vapor.
El peligro de ser un alimento adictivo
Cuando se cocina el almidón de las patatas en aceite y a altas temperaturas, el alimento resultante crea una falsa sensación de estómago lleno. Si a esto se le añade el hecho de que las patatas fritas de bolsa, por norma general, contienen una gran cantidad de sal y demás elementos artificiales para hacerlas más deliciosas, el factor adictivo de estas acaba siendo un enemigo claro que jugará en contra de tu propia salud.
Como casi todos los productos de alimentación ultra procesados, las patatas fritas de bolsa generan una gran adicción, dependencia que muchas veces pasa desapercibida. Si alguna vez las has consumido, cosa bastante probable, lo más seguro es que te hayas sorprendido a ti mismo comiéndote una bolsa entera tú solo. Aunque pueda parecer un producto que calme el hambre, lo cierto es que la sensación de estómago lleno desaparece al poco tiempo de consumirlo, además de causar más tarde un apetito incluso mayor que antes.
Por otro lado, uno de los ingredientes de las patatas de bolsa es la sal que, además de jugar un papel vital a la hora de hacerlas más apetecibles, influye bastante en la ganancia de peso corporal si se consume en exceso. De media, la gente tiende a consumir un promedio de 10 gramos de sal al día, siendo 5 gramos el máximo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Este ingrediente por sí solo no contiene calorías, pero su consumo excesivo sí provoca que el cuerpo retenga líquidos y, por tanto, aumente de peso y volumen.
Comerse una bolsa de patatas fritas desencadena todo un proceso que, al final, acaba generando ganas de comer más. El alimento resulta delicioso y hace sentir bien, como ocurre con la mayoría de alimentos ultra procesados. Esto provoca que, aunque uno esté lleno, siga consumiéndolos por gula y porque generan una adicción que hace que hasta que no se acaben, uno no pueda parar. Si además de esto último se tiene en cuenta el alto contenido en sal que una bolsa de patatas tiene y la sed que esta trae consigo, no resulta difícil adivinar con qué tipo de bebida se suele acompañar un snack como este.
Las bolsas de patatas fritas se suelen consumir en ambientes festivos, de celebración, y si no es el caso, siempre suele apetecer acompañarlas con bebidas alcohólicas refrescantes y/o azucaradas. La sal presente en este tipo de patatas genera mucha sed, y a menudo esta se mitiga con líquidos que proporcionan una gran cantidad de calorías vacías. De esta forma, si al final uno acaba siendo consciente de todo el aporte calórico, y de calidad dudosa, que le está dando a su cuerpo, seguro que entonces se lo piensa más de una vez antes de optar por fritos, sean patatas o cualquier otro alimento.