La salud intestinal es muy importante para nuestras defensas y también para la asimilación de vitaminas, minerales y otras sustancias. La disminución de las bacterias que son beneficiosas y que están en la flora intestinal nos puede llevar a sufrir distintas enfermedades y además alterar nuestro sistema digestivo. Estos problemas podemos evitarlos siguiendo una dieta equilibrada y aportando a nuestra alimentación productos probióticos y prebióticos. Para todo esto, es muy importante saber qué nos aportan ciertos alimentos para conseguir un equilibrio y mejorar nuestra salud.
Aunque en muchas ocasiones los confundimos, hay que aclarar que no son lo mismo e intentaremos aclararlo. En el caso de los alimentos o productos que contienen probióticos y/o prebióticos, podemos decir que fundamentalmente nos ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y así, evitar posibles enfermedades o ayudar a combatirlas. Vamos a explicar cómo funcionan, cuáles son las diferencias y dónde encontrarlos. Veremos como podemos incorporarlos fácilmente a nuestra dieta tanto en productos en los que se incluyen, como en los que los contienen de forma natural.
¿Qué son los probióticos?
Los probióticos son microorganismos vivos por lo que hay que tener en cuenta que algunos de ellos necesitan refrigeración para una correcta conservación. Aportan beneficios a nuestra salud si los administramos en las cantidades adecuadas. Los más frecuentes son los Lactobacillus, empleados en un principio para la conservación de alimentos mediante la fermentación. No es difícil encontrar alimentos que contengan probióticos, el yogur es un ejemplo muy común en nuestra dieta.
Estos microorganismos funcionan como una barrera inmunitaria que refuerzan nuestras defensas naturales. De esta forma, impiden que otros microorganismos dañinos se desarrollen y nos aportan una protección frente a muchas enfermedades. Favorecen el equilibrio de la flora intestinal y el buen funcionamiento de nuestro sistema digestivo. También nos ayudan en la prevención tanto de alergias alimentarias y como cutáneas.
Otro de sus beneficios es la mejora de trastornos digestivos como el estreñimiento, la pesadez de estómago o los gases. Por otro lado, también encontramos entre sus cualidades la de colaborar con la absorción del calcio, del magnesio y del hierro y la producción de vitaminas del grupo B y de la vitatmina K.
Alimentos probióticos que podemos incorporar a nuestra dieta
- El yogur natural y las aceitunas son alimentos probióticos, bastante frecuentes y fáciles de adquirir. También el chocolate negro que, aunque no contiene probióticos en sí, es un vehículo muy positivo para su asimilación.
- Por otro lado, el kéfir o lo que es lo mismo, la leche de vaca o cabra fermentada, es uno de los alimentos más ricos en microorganismos vivos capaces de fortalecer y cuidar de nuestra salud.
- El chucrut o la col blanca fermentada es otro de los alimentos más beneficiosos para la flora intestinal. Su consumo nos ayudará con nuestra digestión y también con la absorción de nutrientes. Por otra parte, es un alimento muy rico en vitaminas y minerales.
- El té de Kombucha, es un té fermentado con un gran contenido en bacterias intestinales saludables. Esta bebida probiótica se ha utilizado desde hace varios siglos ya que aporta potencia y fuerza a nuestro organismo.
¿Qué son los prebióticos?
Los prebióticos son sustancias que no tienen vida, pero que podemos decir que ayudan a fomentarla. Son compuestos que nuestro organismo no digiere, pero que estimulan el crecimiento de bacterias saludables después de su fermentación en el tracto gastrointestinal. Son un tipo de hidratos de carbono o lo que es lo mismo, un tipo de fibra, que están presentes en algunos alimentos, bien de forma natural o bien añadidos.
Para que podamos considerar una sustancia como prebiótica, tiene que cumplir una serie de condiciones: resistir la digestión ácida en el estómago, ser fermentada por la microflora intestinal y aumentar la actividad de las bacterias intestinales positivas.
Los prebióticos sirven de apoyo a los probióticos colaborando en todas las acciones favorables para la salud que estos nos pueden aportar. Entre otras cosas, ayudan a la absorción de calcio, de hierro, de magnesio y de zinc y previenen o alivian enfermedades y trastornos digestivos.
Alimentos prebióticos más comunes
Las legumbres, la banana, el ajo, la cebolla, el puerro, el espárrago, la patata, la alcachofa, la raíz de achicoria, la harina de trigo y el salvado de trigo. Estos son ejemplos de alimentos ricos en componentes prebióticos como la inulina que fácilmente podemos encontrar e incluir en nuestra dieta. La inulina es un tipo de carbohidrato muy aconsejable en nuestra alimentación. En su condición de prebiótico no es digerible por lo que llega intacta al intestino grueso nutriendo a los probióticos y por lo tanto, colaborando en el equilibrio de nuestra flora intestinal.
Por otra parte, algunos productos alimenticios contienen ambas sustancias combinadas, es decir, probióticos y además prebióticos. A estos productos se les llaman simbióticos. Tanto los probióticos, los prebióticos y los simbióticos, los podemos encontrar en alimentos, medicamentos y en complementos alimenticios, pero debemos tener muy en cuenta que estos complementos alimenticios nos pueden ayudar a cubrir las necesidades nutricionales de nuestro organismo, pero nunca pueden ni deben sustituir a una dieta equilibrada.
Una vez explicado todo esto, hay que aclarar que siempre es necesario consultar con un médico especialista. Estos advierten que, aunque puedan ser beneficiosos, hay que tener en cuenta la cantidad y el momento para que el funcionamiento sea correcto. En este sentido, hay que ser cautos con los probióticos ya que en algunos pacientes con patologías muy específicas no son recomendables y deben evitarse o reducir su consumo.
Por el contrario, no ocurre lo mismo con los prebióticos que sí deben estar incluidos siempre en nuestra dieta ya que, como hemos mencionado antes, se encuentran en las legumbres, los vegetales, frutas y otros alimentos indispensables para una alimentación sana y equilibrada.
En alguna ocasión la publicidad puede ser engañosa, aunque actualmente es más complicado que esto ocurra. La normativa europea es muy exigente con este tema y obliga a la industria alimentaria a informar sobre los estudios que avalen esos beneficios que las distintas marcas nos ofrecen. Por este motivo, en las etiquetas de los productos debemos encontrar las especificaciones correspondientes y, en su caso, los beneficios que nos puedan aportan estos alimentos.