Hacer dieta no siempre implica, por desgracia, obtener los resultados que se esperaban. Por regla general, las personas que hacen dieta esperan ver cómo su grasa corporal se va reduciendo poco a poco, pero esto no siempre sucede por mucho que tengan en cuenta cada alimento y cada ejercicio que realizan. ¿Por qué sucede esto? Hay varios motivos que explican estas situaciones, y seguramente haya mucha gente que se vea reflejada en alguno de ellos, aunque no lo hayan considerado anteriormente.
Antes de comenzar, hay que tener en cuenta que perder grasa no siempre implica, necesariamente, perder peso. Pudiera ser, en el caso de estar realizando ejercicios de musculación, que la grasa se vaya reduciendo pero el peso se mantenga debido a que el músculo está mejorando poco a poco. Esto solo sucede al principio, pero puede llegar a pasar. Por eso sería buena idea que olvide por completo la báscula cuando se trata de ver si se está adelgazando o no, porque no es un buen indicativo, la báscula no diferencia entre agua, músculo, grasa o, incluso, heces acumuladas. Una buena forma de comprobarlo es hacerse fotografías en ayunas cada quince días, y así se podrá ir viendo poco a poco la evolución, o a tomar las medidas cada cierto tiempo para ver cómo van cambiando.
¿Se está realmente en déficit calórico?
La pérdida de grasa es mucho más fácil de lo que parece: únicamente hay que estar en déficit calórico. Si se está en superávit, lo que hay que hacer será ganar peso en lugar de perderlo, por mucho alimento sano que se ingiera o por mucho ejercicio que se esté practicando. Así pues lo primero que se debe analizar es si realmente la dieta permite tener un déficit calórico a lo largo del día. Si la respuesta es negativa, ya se sabe es lo que se está haciendo mal, y cómo se puede atajar el problema.
Para estar en déficit no hace falta consumir una cantidad mínima e insuficiente de calorías, es más, como se verá en el siguiente punto, esto podría perjudicarte a largo plazo. Un déficit puede ser únicamente de doscientas calorías y, posteriormente, aumentar el NEAT, o Non exercise activity termogenesis, que viene a significar en español la actividad física que se hace a lo largo del día sin tener en cuenta el entrenamiento. Por ejemplo, el tiempo que se pasa caminando. Al aumentar el NEAT lo que se conseguirá es que el cuerpo consuma más calorías y, por tanto, el déficit aumente. Pero es importante tener en mente una cosa: siempre con control. Es fundamental que la dieta que se establezca, o que establezca un profesional, permita la mayor adherencia posible. Debe ser una dieta que se pueda mantener a largo plazo, con un déficit calórico bajo para que no afecte a la salud.
¿Funciona correctamente el metabolismo?
Si se está en déficit pero no se consigue perder grasa, puede que el problema no esté en el ejercicio que se realiza o en el alimento que se consuma, sino en el metabolismo, puede que el metabolismo en concreto de una persona se haya ralentizado. Si se lleva mucho tiempo variando entre una dieta hipocalórica muy dura y otros periodos de comida basura, el metabolismo puede haberse ralentizado, y esto hará que bajar grasa sea prácticamente imposible. Ninguna dieta hipocalórica ayudará a conseguir lo que se busca en este caso concreto.
El cuerpo es muy sabio, mucho más de lo que pensamos. Si una persona pasa años años dándole poco de comer, se adaptará a eso y comenzará a necesitar cada vez menos, el metabolismo se descompensará. También puede ralentizarse porque se padezca hipotiroidismo o una resistencia a la insulina, con lo cual es necesario que se consulte a un especialista en medicina si se cree que este es nuestro caso, para que descarte cualquier enfermedad añadida. Acelerar el metabolismo es posible, pero habrá que hacer un esfuerzo superior para devolverle al cuerpo la estabilidad que antes tenía.
Puede haber un desequilibrio hormonal o un aumento del estrés
En el caso de las mujeres, puede darse el caso de que la pérdida de grasa no se dé porque haya algún tipo de desequilibrio hormonal, o a causa de estar siempre en situaciones de estrés. Puede que tenga un nivel alto de insulina, por ejemplo, algo que debe medir un profesional de la medicina. Si este es el caso, la grasa comenzará a acumularse en la parta baja del abdomen y rodeando los órganos internos. Pero, ¿por qué sucede? La insulina lo que hace es retirar toda la glucosa que se encontraba en la sangre y la lleva al músculo y al hígado, además de almacenarla. Cuando los depósitos de glucosa se encuentran llenos, lo que hace el hígado es transformar toda esa glucosa en grasa. Si la resistencia a la insulina baja, lo que sucede es que el hígado no reacciona, el azúcar sube, se produce más insulina y se comienza a producir más grasa. Esto no se combate cuidando el alimento que se ingiere, sino que es necesario acudir a un profesional.
El estrés también puede provocar que no se dé la pérdida de grasa esperada independientemente de la dieta y el alimento debido al cortisol. Y es que el cortisol afecta al almacenamiento de grasa, puesto que esta hormona del estrés hace que el cuerpo crea que se encuentra en peligro y almacene grasa por lo que pueda pasar. Es necesario controlarlo y, sobre todo, evitar el consumo excesivo de excitantes.
¿Cómo solucionar todo esto?
Lo primero que se debe hacer es acudir a un nutricionista si la pérdida de grasa que se quiere conseguir es muy grande, o si está afectando directamente a la salud. Sin embargo, si es algo que se quiere hacer por uno mismo, hay una serie de consejos a tener en cuenta antes de ponerse a ello. Practicar deporte de resistencia como hacer pesas, kick-boxing, crossfit... Así se potenciará tus músculos. Cuanta más musculatura se tenga, más calorías necesitará el cuerpo para subsistir y, por tanto, más grasa se acabará quemando. Además, se conseguirá que el metabolismo se acelere poco a poco; esto es un proceso lento, muy lento, pero hay que tener en cuenta que la vida también lo es. Es un camino que se debe recorrer paso a paso, y no merece la pena perder peso rápido si eso afectará posteriormente a la salud. Junto con el deporte de resistencia, se puede pasar a hacer algo de actividad cardiovascular, como andar o montar en bicicleta, para así aumentar tu NEAT. El cuerpo lo agradecerá.