¿Alguna vez has estado haciendo ejercicio y de repente has sentido que estabas a punto de colapsar? Tu cuerpo ha empezado a sentirse pesado y no has sido capaz de continuar con la actividad que estabas llevando a cabo. Esa sensación de agotamiento extremo se llama fatiga muscular. En este artículo te vamos a explicar por qué se produce y como puedes hacerle frente.
¿Qué es la fatiga muscular?
Se produce por una inhibición de la función motora al alcanzar el límite de tolerancia muscular máximo de una persona o, en otras palabras, se trata de la pérdida parcial o total de la capacidad física de una persona que el impide continuar realizando una acción que requiera esfuerzo físico. La fuerza abandona nuestro cuerpo y los músculos no son capaces de continuar realizando movimientos. Esto puede obligarnos a disminuir el ritmo considerablemente o, incluso, a tener que frenar la actividad física.
La fatiga muscular puede manifestarse en firma de diversos síntomas como son la sensación de incomodidad, pesadez muscular, agotamiento extremo, alteración de la presión arterial, respiración irregular y acelerada, alteración de la función motora y falta de coordinación, ritmo cardíaco irregular y notablemente algo, dolor generalizado y ansiedad.
Principales causas de la fatiga muscular
Cada cuerpo es un mundo, por lo que es muy complicado poder tener una idea aproximada sobre cuando una persona va a colapsar. Esto varía dependiendo del nivel de esfuerzo al que esté acostumbrada la persona, de su capacidad física, de si acarrea alguna enfermedad... Prestando atención a nuestro cuerpo podremos leer las señales que nos indican que estamos a punto de llegar a la fatiga muscular, pero, hay una serie de causas comunes válidas para todos:
¿Cómo evitar la fatiga muscular?
La fatiga muscular se produce por un mal uso de nuestro cuerpo y del ejercicio físico, por lo que se puede evitar fácilmente. Para ello te vamos a dar una serie de consejos que podrás incorporar a tu rutina diaria para evitar que vuelvas a sentirte al borde del colapso a mitad de una rutina de entrenamiento.
Tener unos objetivos claros: hay que saber lo que queremos conseguir durante la práctica de ejercicio. Los objetivos pueden ir desde el levantamiento de veinte kilos o ser capaz de correr un maratón. Pero se deben de tener en cuenta para saber cual es la meta que tenemos que alcanzar y no forzarnos a llegar mucho más lejos sin preparación previa.
Entrenamientos planificados: no debemos de intentar llegar a los objetivos sin preparación previa. Para ello se deben de preparar los entrenamientos acorde a nuestras capacidades. Lo mejor es consultar a un experto, que hará una tabla de ejercicio adecuada para cada persona. Hay que tener paciencia e ir incrementando la intensidad del entrenamiento poco a poco para no sufrir fatiga muscular.
Aprende a hacer ejercicio: Muchas ocasiones la fatiga muscular se produce por una sobrecarga en los músculos al estar realizando el ejercicio de un modo incorrecto. Por ello te recomendamos que aprendas a realizar correctamente el ejercicio que realices, prestando atención en la fuerza, la postura y la velocidad.
Calentar y estirar correctamente: normalmente no le damos la importancia necesaria al calentamiento y los estiramientos posteriores y eso es un error. El calentamiento no solo previene lesiones y mejora nuestro rendimiento, sino que nos permite poder llevar nuestro cuerpo más lejos y alcanzar los objetivos diarios con más facilidad. Al calentar preparamos a nuestro cuerpo para el esfuerzo posterior y al estirar ayudamos a nuestros músculos a relajarse tras el esfuerzo.
Masajes tras hacer ejercicio: Al hilo del consejo anterior seguimos con el cuidado de los músculos. Los masajes no tienen por qué ser realizados por especialistas, nosotros mismos podemos aprender como aliviar los músculos de nuestro cuerpo con pequeños masajes. Esto ayudará a que los músculos liberen tensión, se relajen y se regeneren con mayor facilidad. También es recomendable acudir con regularidad a un fisioterapeuta, sobre todo en caso de lesiones, que deben de ser tratadas siempre por profesionales.
Dormir lo necesario: Si nuestro cuerpo no tiene energía no puede realizar el esfuerzo físico necesario. Por ello, el descanso es uno de los pilares del ejercicio. Se debe de dormir al menos ocho horas la día para sentirnos descansados y capaces de realizar cualquier actividad que conlleve un esfuerzo y no terminar sufriendo las consecuencias de la fatiga muscular. Por otro lado, no podemos entrenar los siete días de la semana, necesitamos intercalar días de descanso con nuestra planificación porque, aunque un día no nos sintamos agotados, el cansancio se acumula y puede pasar factura.
Buena alimentación: La alimentación es la gasolina de nuestro cuerpo, la acción que aporta nutrientes y vitaminas a nuestro organismo. Si no cuidamos lo que comemos, sobre todo si hacemos ejercicio, nuestro cuerpo colapsará por falta de nutrientes. Por ello las dietas milagrosas para adelgazar y el ejercicio no se llevan bien. Es necesario seguir una alimentación sana y equilibrada, en la que se coman tanto grasas, como proteínas como hidratos de carbono y azúcares, porque nuestro cuerpo necesitas todas ellas. Si crees que esta es la causa del colapso de tu cuerpo durante el ejercicio puedes acudir a un nutricionista para que confeccione una dieta adecuada para el tipo de esfuerzo físico que realizas, para que tu cuerpo reciba los nutrientes que necesita.
Mínimo dos litros de agua al día: Esta es la cantidad diaria recomendada por los expertos para que nuestro cuerpo pueda funcionar con normalidad. No es tan importante en el caso de que no se haga ejercicio, ya que nuestro cuerpo no está expuesto a constantes esfuerzos. Pero, en el caso de los deportistas. Además, es muy importante mantenerse hidratado durante el ejercicio físico, en especial si son ejercicios de larga duración o alta intensidad.