El té se ha convertido en una de las bebidas de moda por excelencia. No solo cuenta con numerosos sabores y combinaciones sino que además contiene multitud de beneficios para la salud. Por ello, hoy vamos a hablar de un tipo de té algo más olvidado, el té negro. Esta bebida proviene de China y su aparición se remonta a 250 años a.C.
El té negro es hermano del té verde, el té oolong y el té blanco, todos procedentes de las hojas de la Camellia sinensis, o planta de té. La principal diferencia del té negro con los demás es su alto grado de oxidación. Esto hace que posea un aroma más fuerte y contenga más cafeína. Además, mientras que otros tipos de té pierden su sabor progresivamente al cabo de un año el té negro lo conserva por mucho más tiempo. Este hecho lo convirtió en el té por excelencia preferido para comerciar en los mercados.
¿Cómo se hace el té negro?
Una vez cosechadas, las hojas de la planta de té se dejan marchitar mediante su secado con aire. Posteriormente las hojas proceden a ser oxidadas con una temperatura y humedad controladas. Este proceso es llamado fermentación y determina la cantidad de oxidación de las hojas, lo que a su vez marca el nivel de calidad del té. Tras este proceso las hojas se clasifican en grados acorde a su tamaño, hoja entera, rota, broza y polvo, utilizando tamices para ello.
Tras ello, el variante que conforma el té negro tiene dos formas de procesarse: mediante el método CTC (romper, desgarrar y envolver) o mediante el método ortodoxo. El primer método se utiliza para hojas de baja calidad, que terminarán comercializándose en forma de saquitos de té, el modo más utilizado a la hora de consumir té por su comodidad. Este proceso está completamente mecanizado, lo que disminuye el precio de producción y el precio de comercialización.
Por otro lado, tenemos el método ortodoxo, que se utiliza para confeccionar tés de alta calidad. Aunque también se utilizan máquinas es un proceso principalmente manual. De este tipo de procesamiento se consigue un té de hebras de primera calidad, con un alto valor en el mercado.
¿Cómo preparar un buen té negro?
La forma correcta de preparar un buen té negro es utilizando una tetera. Se debe de calentar el agua, pero nunca dejándole que rompa a hervir, ya que esto disminuiría el aroma y los beneficios de té. Una vez apartado el agua del calor se le debe de echar una cucharadita de hebras de té o un saquito de té por cada taza que vaya a ser consumida y se debe de dejar reposar en torno a cuatro minutos.
Dependiendo del gusto de cada persona se deben de sacar las hebras de té, o las bolsitas, si se quiere un sabor menos amargo. Si por el contrario se es fan de los sabores fuertes se recomienda dejar el té dentro del recipiente.
Para endulzarlo nunca se debe de utilizar azúcar, ya que numerosos estudios han comprobado que el refinamiento del azúcar afecta a las propiedades de esta bebida. Se recomienda la utilización de miel, estevia o canela para endulzar su sabor, mientras que para rebajar su sabor se recomienda la utilización de leche, ya sea de origen animal o vegetal. Nunca se debe de intentar disminuir el sabor añadiendo agua, ya que lo que así se va a conseguir es diluir el té, haciéndole perder el sabor.
La hora recomendada para tomar este tipo de té es durante el desayuno o después de la comida, ya que su alta cantidad de cafeína puede provocar insomnio si se toma cerca de la hora de dormir. Además, es recomendable no tomar más de tres tazas de este té al día, ya que puede causar estrés, ansiedad e insomnio si se abusa de él.