Muchas son las ocasiones en las que se considera que las pulsaciones cardiacas o frecuencia cardíaca es lo mismo que el ritmo cardiaco. Pero en realidad se pueden encontrar diferencias entre estos dos términos así como en la manera de medirlos y los umbrales a partir de los cuales establecer una normalidad. Por esta razón, en este artículo se encuentra todo lo que necesitas saber de las pulsaciones cardiacas, de su diferencia con respecto al ritmo cardíaco y otras consideraciones importantes a tener en cuenta a la hora de cuidar la salud cardiaca.
Cuando se habla de pulsaciones cardiacas no se hacer referimos a otra cosa que a la frecuencia cardíaca, el número de contracciones que el corazón lleva a cabo por una unidad de tiempo determinada. Por lo general, esta frecuencia cardíaca o pulsaciones cardiacas se miden en un minuto y siempre en unas buenas condiciones en las que no puedan verse afectadas por ningún factor externo como pudiera ser el deporte o situaciones que provoquen alteración de la persona (siempre que se quieran determinar unos valores reales). Si por el contrario quieren determinarse las pulsaciones que se tienen a la hora de hacer deporte, esas serán las condiciones que deberéis escoger.
¿Qué es el ritmo cardíaco?
Otra de las dudas que suelen surgir a la hora de medir la frecuencia cardíaca es el lugar desde el cual hay que hacerlo. Muchas personas la toman directamente desde su muñeca, de hecho es lo más común. Sin embargo, hay otras zonas del cuerpo desde cuales también se pude hacerlo como el cuello o directamente del pecho. Para tomarlas se puede utilizar desde los dedos hasta importantes e innovadores dispositivos que existen hoy en día que lo hacen todo.
Sin embargo, los datos más importante a los que prestar atención saber sobre las pulsaciones cardiacas son los límites en los que encontrarlas según la situación concreta que se está viviendo. Asimismo, si se está en reposo, la frecuencia cardíaca deberá encontrarse entre los 60 y los 100 latidos por minuto, siempre considerando un cuerpo adulto como modelo. Si por el contrario se está en una situación de nerviosismo o excitación, como cuando se practica deporte, los valores aumentan en torno a los 200 latidos por minuto. Con respecto a estos datos, también hay que especificar y que tener muy en cuenta que son cifras muy orientativas. La principal característica que se tiene en cuenta es la edad pero también influyen otros muchos valores como el peso, el sexo, el ambiente en el que se vivir o en el que se encuentra en el momento de la medición y el estado psicológico de la persona.
En el caso de los niños las pulsaciones siempre dependerán principalmente de la edad que tengan. De este modo, se puede recalcar que estas pulsaciones mínimas y máximas van variando desde que nacen hasta que cumplen aproximadamente los 11 o 12 años, cuando se empiezan a considerar adultos en cuanto a pulsaciones cardiacas se refiere. Así, la frecuencia cardiaca de los niños pueden ir desde las 70 pulsaciones de mínima a las 190 de máxima cuando se trata de un recién nacido hasta las 70 de mínima a las 110 pulsaciones de máxima cuando se habla de un niño de 10 años en adelante.
De igual manera, también se debe tener en cuenta la variación en la frecuencia cardíaca que se produce en las personas de edad avanzada. De la misma forma que los límites van variando cuando eres un niño, los valores máximos también varían cuando llegas a tu edad más adulta, de manera que la máxima de una persona de 20 años se encuentra en torno a 200 pulsaciones por minuto y la de una persona de 70 en torno a unas 150 pulsaciones por minuto. A diferencia de la frecuencia cardíaca o pulsaciones cardiacas, el ritmo cardíaco se refiere al incremento que pueda darse en la presión de las arterias, resultado del bombeo de sangre que lleva a cabo nuestro corazón. La razón principal por la que muchos confunden estos dos términos es porque básicamente uno lleva al otro. El ritmo cardíaco lleva a las pulsaciones y estas a que la persona se las está midiendo en base a una situación y tiempo determinado.
Cuidados de la salud cardíaca
Todo el mundo está acostumbrado a que le aconsejen que haga ejercicio y tenga una alimentación sana para que la vida vaya mucho mejor. Con la salud cardíaca pasa absolutamente lo mismo y a continuación se va a encontrar los factores que hay que tener en cuenta para tener un corazón de hierro.
Lo primero, y siempre una de las cosas más importantes, es el ejercicio físico. Estar en forma es una manera de sentirnos bien con nosotros mismos pero también la mejor forma de ejercitar el corazón y otros sistemas corporales como el respiratorio. En este sentido, también se puede citar una alimentación sana y equilibrada que está unida a la consecución de un peso saludable. Al igual que el ejercicio, los alimentos que es consumen y la forma en la que se hace influye en la prevención de enfermedades cardiovasculares. Por ello es recomendable consumir verduras, frutas y productos ricos en Omega 3 que ayude a mantenernos sanos no sólo por dentro sino también por fuera.
Por otro lado se encuentra el consumo de alcohol y medicación. Con respecto a lo primero, se ha comprobado tras muchos estudios que una copa de vino al día no es perjudicial para la salud sino todo lo contrario, es recomendable. Sin embargo, cuando se habla del consumo de alcohol se hace referencia a grandes cantidades de este, lo que puede provocar importantes y graves problemas de salud en el organismo y especialmente para el corazón corazón. Del mismo modo, no debe abusar de medicamentos que no sean estrictamente necesarios ya que puede influir en la salud cardiovascular.
Por último, y es un factor que últimamente se tiene mucho en cuenta, se encuentra las técnicas de relajación. Actualmente es un momento de la vida en el que la gente va acelerada a todos lados. El trabajo y la vida personal acumulan muchas preocupaciones y en muy pocas ocasiones se consigue sacar tiempo para uon mismo y el propio cuerpo lo sufre. Por esto, se aconseja añadir en el día a día una buena dosis de técnicas de relajación, con las que no sólo se ayudará a nuestro cuerpo sino también a nuestra mente.