Muchas veces, cuando se hace referencia a una determinada dieta se piensa que el objetivo de su práctica es bajar de peso. Sin embargo, hay muchos tipos de planes de alimentación que no buscan adelgazar, sino que están directamente relacionadas con las creencias y éticas morales o bien con un problema de salud que se busca paliar. En todo caso, independientemente de cuál sea el objetivo de un régimen alimenticio, éste debe ser prescrito por un profesional para evitar cualquier riesgo de salud directamente derivado del mismo. A continuación se exponen algunas de las dietas que más suelen ser recomendadas por médicos y nutricionistas y sus objetivos.
Dietas relacionadas con las creencias personales
Dentro de este grupo se encuentran aquellos planes de alimentación que rechazan el abuso y la crueldad animal, así como el deseo de ingerir tan solo productos que no estén manipulados para evitar un impacto negativo sobre el organismo.
Dieta vegetariana
Es aquella que consume rechaza consumir productos de origen animal, sobre todo en lo que se refiere a la carne. Aunque existe un tipo de dieta vegetariana estricta que no permite ningún tipo de producto derivado de los animales, la mayoría de ellas son lacto-vegetarianas -que permiten el consumo de leche- u ovo-lacto vegetarianas -que también incluyen los huevos-. En todo caso, esta dieta se basa sobre todo en el consumo de frutas, frutos secos, legumbres... En principio, aquellas personas que siguen una dieta vegetariana no tienen problema a la hora de consumir todos los nutrientes necesarios para una buena salud. Sin embargo, para lograr que esta dieta no tenga carencias hay que comer de un gran abanico de alimentos para que todas las necesidades del organismo estén cubiertas, sobre todo en lo que se refiere al calcio, a la vitamina B12, al zinc o al hierro.
Dieta vegana
Esta dieta es muy similar a la vegetariana estricta, ya que no permite ningún tipo de producto animal ni sus derivados -queso, leche, huevos, miel...-. Este tipo de alimentación requiere de un mayor cuidado y supervisión médica en comparación con la vegetariana, ya que la variedad de productos que se pueden comer es mucho menor y es algo más complicado asegurarse de que el cuerpo está consumiendo todos los nutrientes necesarios.
Dieta orgánica
Este tipo de alimentación es la que mayor popularidad está adquiriendo en los últimos años y se basa en la eliminación de cualquier producto procesado; es decir, aquellos que hayan podido ser manipulados con aditivos, químicos, hormonas, fertilizantes... Esta dieta basa su alimentación en productos frescos, pero rechazando aquellos cuyo cultivo hayan podido suponer un riesgo para el medioambiente. El hecho de que cada vez sea más común que las personas sigan esta dieta orgánica es que se considera mucho más saludable y beneficiosa para el organismo, ya que se eliminan sustancias tóxicas que puedan poner en riesgo la salud.
Dieta macrobiótica
Este tipo de alimentación también está al alza desde hace un par de años y se basa en eliminar de la dieta cualquier tipo de producto industrial que pueda tener azúcares o harinas refinadas, así como conservantes, colorantes o pesticidas. Muy parecida a la dieta orgánica y de origen japonés, su objetivo es reducir el consumo de ingredientes que de una u otra forma pueda afectar negativamente al organismo.
Dieta mediterránea
Se trata de una de las más antiguas y que toma como ejemplo las dietas de los pueblos situados en el mar Mediterráneo de países como España, Grecia o Italia. Sus ingredientes principales son el pescado, los cereales, las frutas, la carne blanca o los vegetales. Se considera una de las más saludables y equilibradas al incluir productos de calidad como el aceite de oliva y que aportan unos niveles óptimos de fibra o de grasa monoinsaturada. Seguir este tipo de alimentación supone mantener unos niveles de azúcar en sangre saludables, así como minimizar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Eso sí, hay que controlar otros aspectos como el nivel de hierro o de calcio que se derivan de reducir el consumo de carne roja o de productos lácteos.
Dietas relacionadas con la salud
La hipertensión o los problemas del sistema inmunitario supone que las personas que las padecen tengan que cambiar sus planes de alimentación para evitar complicaciones derivadas de este tipo de enfermedades
Dieta baja en sodio
Este tipo de dieta está especialmente recomendada para aquellas personas que tienen problemas de tensión arterial. Su objetivo es reducir la cantidad de sal que se agrega a los alimentos, evitando también aquellos productos que tengan elevadas cantidades de sodio como es el caso de ciertas conservas, embutidos o fiambres. Los médicos que prescriben este tipo de alimentación baja en sal recomiendan consumir muchas verduras y frutas frescas además de pollo, pavo o pescado. Llevar este tipo de dieta no supone comer platos sosos, sino que hay muchas otras especias que pueden contribuir a realzar el sabor de los alimentos como la pimienta, el ajo o la hierbabuena.
Dieta sin gluten y dieta sin lactosa
La enfermedad celíaca y otro tipo de condiciones relacionadas con el gluten impide una buena digestión del mismo, lo que a la larga produce que el organismo no absorba los nutrientes procedentes de los alimentos. El gluten es una proteína que se encuentra en determinados cereales como el trigo, la cebada o el centeno, al igual que en sus derivados. Hoy en día se pueden encontrar muchas alternativas en el supermercado de productos que normalmente llevarían gluten, pero hay muchos alimentos que de por sí lo contienen como son las frutas, los vegetales, algunas carnes magras o los huevos. En cuanto a la dieta libre de lactosa, ésta está destinada a las personas que tienen intolerancia a la lactosa, el azúcar que de forma natural se encuentra en la leche animal y sus derivados. Al igual que ocurre con la dieta sin gluten, también se pueden encontrar muchas alternativas especialmente producidas sin lactosa: desde leches y mantequillas a quesos, yogures o helados.
Dieta baja en purinas
Las purinas son un tipo de sustancia natural que se encuentra en algunos alimentos tales como la carne de ternera, algunos pescados azules, la levadura o los productos con altos niveles de grasa. El objetivo de este tipo de dieta es reducir el exceso de ácido úrico en la sangre y que produce algunos riesgos para la salud en forma de cálculos renales, de hiperuricemia o de gota. Además de beber mucho líquido para eliminar el exceso de ácido úrico en el organismo, los profesionales también recomiendan consumir alimentos bajos en purinas como son las nueces, los productos lácteos bajos en grasa, las patatas o el arroz.
Dietas para adelgazar
A la hora de perder peso se pueden encontrar muchos planes que seguir, siendo las más peligrosas las llamadas 'dietas milagro'. El problema de muchos de estos planes de alimentación es que no siempre tienen los efectos que prometen, ya que en algunas la pérdida de peso se debe a un déficit de agua corporal o en otras se produce un efecto rebote que invalida cualquier resultado. En todo caso debe ser un médico o un nutricionista quien prescriba este tipo de dietas, al igual que cualquier otra. El profesional puede recomendar, por ejemplo, un régimen hipocalórico. Éste busca reducir la ingesta de calorías diarias aumentando el consumo de proteínas frente a las grasas e hidratos de carbono para lograr un déficit calórico.